domingo, 8 de febrero de 2009

Ladrido Nº5: Scabby Gaby

Giles la acompañó a casa de Lara y Mark en un taxi. Giles era uno de los tres compañeros de piso de Susana, un chico británico, con el que estudió Chino en la Universidad de Leeds. Giles había llegado a Taiwán después de Susana, hacía poco más de un mes, y se había adaptado rápidamente al país. Como los demás en el piso, daba clases de inglés en un par de academias. El resto del tiempo lo disfrutaba al máximo como la mayoría de los jóvenes expatriados de la ciudad: saliendo todas las noches a beber con los amigos por los “pubs” de Taipei, y enamorándose una y otra vez de las jovencitas taiwanesas. Giles era un juerguista por naturaleza, siempre divirtiéndose y de buen humor. No tenía un pelo de maldad en su cuerpo, era un buen amigo y tenía un gran corazón.

Susana le explicó a Giles que Lara nos había encontrado en la basura y le dijo que si quería acompañarla a vernos a los seis cachorritos. Giles, encantado, dijo que sí… además que él era también buen amigo de Mark y Lara.

La verdad es que Susana no iba con la idea fija de adoptar a uno de nosotros, pero por lo menos, quería vernos ya que Lara le había insistido muchísimo. Susana, en cierta manera, sabía que se metía en la “boca del lobo”, que le sería difícil resistir la tentación de llevarse a uno de nosotros a casa ya que le encantaban los perros - siempre había querido uno, desde pequeñita… además que sus primeros meses en Taiwán habían sido bastante difíciles y, en el fondo, se sentía algo sola.

Los oí llegar a casa… saludos, besos, risas. Para entonces ya llevábamos días en casa de Lara y Mark, y ya nos habíamos acostumbrado a nuestra cunita en el cuarto trastero. Ya no teníamos frío ni hambre, pero no parábamos de gemir, para llamar la atención. Bueno, la verdad es que mis hermanos no paraban de gemir… yo era bastante callado. La puerta se abrió, y ahí estaba Susana, mirándonos fijamente. Giles, Mark y Lara estaban detrás de ella. Saltamos todos fuera de la cuna, corriendo y meneando la cola, y gimoteando aún más. Todos queríamos saludar y oler a los visitantes nuevos. Mis hermanos, como siempre, se me adelantaron. Yo llegué el último. Nos cogieron, abrazaron, acariciaron y jugaron con nosotros. Nosotros seis no nos queríamos despegar ni un solo minuto de ellos, no queríamos volver al cuarto trastero de ninguna de las maneras… aquél era un paraíso de caricias y cariño. Un sueño del que no queríamos despertar.

En medio del caos perruno, Susana me miraba, con los ojos bien abiertos y fijos en mí, mientras me acariciaba. En aquel momento yo no entendía nada, sólo sentía el cariño de sus manos. Ahora que soy mayor, y cuando pienso en aquel día, entiendo que en ese preciso instante por su cabeza debían de barajarse mil dudas, mil preguntas.  Estaba bien claro que Susana se había fijado en mí, de entre los seis cachorros. Supongo que le llamaba la atención el hecho que yo era el único perro negro de los seis, todos los demás eran de color rubito, como los labradores. Además que era muy callado y muy tímido, todos mis hermanos querían jugar menos yo, yo simplemente me apretaba en silencio contra ella, con mi cabeza escondida debajo de su brazo. Además, no se puede decir que yo estaba en muy buenas condiciones. Así como mis hermanos estaban gorditos y tenían un pelo reluciente, yo estaba más bien esmirriado y apenas tenía pelo. Parecía más bien un cerdito que un perro, ya que tenía más piel a la vista que no pelo y además hacía muy mala olor. Sufría de una enfermedad de la piel, que hacía que se me cayera el pelo y me salieran llagas en la piel. Como me picaban y me rascaba mucho tenía el cuerpo cubierto de costras y un aspecto más bien grotesco y enfermizo.

Susana sabía que nadie me adoptaría en esas condiciones, que la mayoría de la gente sentiría más bien repulsión por mí y que además tendrían miedo de que mi enfermedad fuera infecciosa o contagiosa. Sabía que mis hermanos tenían muchas más posibilidades de encontrar familias que los acogiesen, pero yo… Además tenía un carácter muy diferenciado de mis hermanos, con mi timidez y mi actitud introvertida, incluso asustadiza. Desde luego, era completamente diferente a los otros cinco, en todos los sentidos. Supongo que a los ojos de Susana, todas esas diferencias me hacían único y especial.

En el taxi de vuelta a la ciudad de Taipei, me acurrucaba en la manta con que me cubría Susana. Estaba algo asustado ya que nunca me había subido a un coche, pero al mismo tiempo, nunca me había sentido tan seguro en lo poco que llevaba de vida.

“Cómo lo vas a llamar, Susana?”

“No tengo ni idea… se te ocurre alguno? Tú eres mucho más ingenioso!”

“A ver, déjame pensar…” – dijo Giles en voz baja – “mira, como parece que es hembra (gran equivocación por parte de Giles!), le tendremos que dar un nombre femenino. Y como está muy “scabby” (scabby en inglés significa “lleno de costras”… gracias por el recordatorio, Giles!), pues un nombre que rime con “scabby”…”

“Scabby… scabby…” – pensó en voz alta Susana

“Scabby… Gaby! Gaby! Scabby Gaby! Jajajaja!”

“Gaby, eh? Me gusta… GABY…”

El taxista continuaba su rumbo por las calles de Taipei y, como es habitual con los taxistas taiwaneses, iba como un loco, deslizándose y escurriéndose entre el denso tráfico de coches, motos y autobuses de la ciudad. Era un día frío, lluvioso, había oscurecido y la aglomeración de luces de neón en los edificios se reflejaba en las ventanas, deslumbrándome. Ya tenía familia, ya tenía nombre, y un mundo nuevo se abría ante mí, esperando a ser descubierto.

14 comentarios:

  1. Veo que Gaby comienza la andadura acompañado.

    Supongo que pasasteis muchas visitas al veterinario juntos.

    Pero bueno, ya lo veremos

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  2. Mi gabito, como le echo de menos..tan dulce y tan bueno... lot of guaus!!!!!

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  3. Muy ingeniosa la forma como relatas la historia... Un placer leerte. Te felicito.

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  4. En relación a tu pregunta en mi blog: Yo sólo escribo poesía y siempre intento darle un fuerte ritmo a mis versos, pero no sé escribir música. Un fuerte abrazo y estamos en contacto.

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  5. Susy
    esta muy chevere tu blog...segui posteando...felicidades!

    ahi te dejo para que lo cheques:

    www.tumentepoderosa.blogspot.com

    fer

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  6. SUSANA,HE LLEGADO AQUI DESDE MENDA, ME TIENES ENGANCHADO CON LA HISTORIA DE GABY, QUIERO MAS... PASARE A MENUDO.
    SALUDOS A LOS DOS.

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  7. Hola, me gusta mucho tu historia contada por Gabi. Seguire pasando, estoy intrigado.
    Saludos Susana y a Gabi.

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  8. Hola a todos! Muchísimas gracias por vuestros comentarios... tengo a Gaby un poco vago y hace tiempo que no nos escribe nada. A ver si le doy un empujoncito a que se anime con el ladrido número 6!!!

    Besos a todos!

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  9. Me encanta
    Y ya me enseñarás, por cierto,como domesticar al perro para que escriba tan bien, yo nunca he sabido paras del 'tumba','sit','pata',jeje
    Un beso

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  10. No es fácil enseñar a un perro a escribir, pero es posible. La verdad es que Gaby es bastante autodidacta!

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  11. Hola, te escribo desde Chile. Sin querer di con tu web y la historia de Gaby me conmovió... no sabes cuánto!!!

    Solo decir que me enorgullezco de ti y de la vida que le has regalado a Gaby. Que Dios los bendiga a ambos.

    Saludos,

    Carmen Gloria

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  12. muy ingeniosas tus historias, te felicito, seguire por aqui...

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